El pasado mes de febrero todos los que nos dedicamos al aceite de oliva virgen extra recibimos una gran noticia. El sistema de etiquetado de alimentos Nutriscore, un semáforo nutricional, no iba a aplicarse a este producto. Esta era una reivindicación que veníamos haciendo desde el sector, ya que consideramos que las características de este sistema no se ajustan bien a la situación del aceite de oliva y que su implantación iba a suponer un daño importante. ¿Por qué es esto así? Vamos a explicarlo en las siguientes líneas.
Antes que nada conviene explicar qué es Nutriscore. Se trata de un código de colores añadido en las etiquetas de los alimentos que ayuda a los consumidores a entender cuándo un producto es saludable o cuando no lo es y por lo tanto hay que consumirlo con precaución. El sistema adopta los colores del semáforo y diferentes letras para acompañar a cada uno de los cinco niveles de que consta. La A y la B, de color verde, indican que un producto es saludable, la C, amarilla, que el producto no es del todo saludable y la D y la E, de color rojo, marcan los productos menos saludables.
¿Cómo se decide en qué categoría encaja cada uno de los alimentos? Un comité de expertos en nutrición ha elaborado unas directrices que se fijan, principalmente, en la presencia de azúcar, grasa o sal. Los productos con una mayor proporción de estos tres elementos reciben una puntuación inferior, mientras que los productos con niveles adecuados de estos nutrientes obtienen buenas puntuaciones. Con estos factores, unidos a otros factores saludables y a la presencia de fibra o de vitaminas, se realiza una especie de media que marca cómo de bueno es cada alimento. Es decir, Nutriscore está pensado para clasificar productos pensados para consumirse directamente o para ser ingrediente principal de un plato.
Ingrediente esencial de la dieta mediterránea
¿Qué ocurría entonces con el aceite de oliva virgen extra? Pues que siguiendo estos criterios obtenía una puntuación muy baja, una D. Esto ocurría porque el aceite, obviamente, tiene una elevada proporción de grasa. Un elemento que bastaba para condenarlo entre los productos poco saludables. Por supuesto, este criterio no tenía en cuenta que el aceite de oliva se consume principalmente acompañando a otros alimentos y nunca en grandes cantidades de golpe. Por eso no tiene ningún sentido que un refresco sin azúcar pueda obtener una B mientras que el aove queda marcado como poco adecuado para la salud.
El virgen extra es una de las bases de la dieta mediterránea. Un producto saludable que aporta muchas características positivas por su carácter antioxidante y por tratarse de una grasa de una gran calidad nutricional. Consumido de la manera en que se hace en nuestra cultura no solo añade sabor y textura a los platos y ensaladas, sino que contribuye a mantener un sistema cardiovascular sano y a resaltar las propiedades positivas de otros ingredientes, como las verduras.
Por estos motivos, el Ministerio de Consumo finalmente ha escuchado al sector y ha dejado al aceite fuera de la obligación de incluir este indicativo en el etiquetado. Desde Óleo Jarico nos alegramos por esta decisión, ya que su inclusión hubiera dado una injusta mala fama a un producto que no la merece y habría causado muchas dudas entre los compradores. Seguiremos trabajando para hacer llegar las bondades de nuestro producto a todos los consumidores, y para llevar a su mesa un producto natural de una calidad excepcional.
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