¿Sabías que le debemos a los romanos tener campos llenos de olivos por toda España? Aunque el olivo llegó a lo que hoy es nuestro país en torno al año 1050 antes de Cristo, no fue hasta la época romana cuando la Península Ibérica se llenó de olivares, incluyendo la provincia de Almería, donde se encuentra la Almazara de Óleo Jarico.
Los romanos, grandes amantes de la gastronomía y de la buena mesa, ya disfrutaban hace siglos de las demostradas propiedades del Aceite de Oliva Virgen Extra para el organismo. Era también moneda habitual para comerciar junto con otros productos valiosos, como la sal. E incluso se empleaba como base para cosméticos, medicinas, perfumes y para iluminación.
Además de estos apuntes del olivo como especie y su papel a lo largo de la historia, como ya hemos visto en esta entrada anterior, Óleo Jarico es la única Almazara con ciclo integral de España en la que los olivos son protagonistas desde el inicio de la producción del Aceite de Oliva Virgen Extra.
En Óleo Jarico formamos parte del proceso de producción desde que el olivo es un esqueje en la compañía Viveros Jarico. Allí, el olivo crece a una temperatura controlada hasta completar el crecimiento necesario para la siembra. Luego, el paso del tiempo y la naturaleza hacen su trabajo hasta la recolección de las aceitunas.
Una producción en la que la atención por el detalle y el control sobre todo el proceso, desde el esqueje al embotellado, suponen un signo diferenciador de nuestros productos.
Igualmente, el proceso de producción en nuestra Almazara, con prensado en frío y por medios exclusivamente mecánicos, junto con la decantación natural, confieren al Aceite de Oliva Virgen Extra de Óleo Jarico una baja acidez como símbolo de su alta calidad.
A día de hoy, el olivo es la razón de ser de Óleo Jarico. Por eso, en este post nos vamos a introducir en la especie en la que se sustenta toda nuestra actividad.
El olivo como especie
El olivo (Olea europaea) es una especie de árbol pequeño de hoja perenne. Morfológicamente, se caracteriza por alcanzar una altura de hasta 15 metros, poseer una copa ancha y un tronco grueso con aspecto retorcido.
Es una especie típicamente Mediterránea, adaptada a climas con una pluviosidad de 600 a 800 milímetros por año (equivalente a litros por metro cuadrado). El olivo es capaz de soportar temperaturas de hasta 10 grados bajo cero y se adapta fácilmente a una amplia variedad de climas, si bien su cultivo mundial se centra en los territorios ribereños con el Mediterráneo y también en California (Estados Unidos).
Las flores del olivo se presentan en forma de racimos de diez a cuarenta flores. La flor del olivo presenta un color blanco-verdoso, con cáliz en cúpula de cuatro dientecitos y corola de cuatro pétalos abiertos. Tienen dos estambres y un pistilo bilobado.
Las aceitunas, como fruto, tienen un tamaño de 1 a 3,5 centímetros, forma ovoide y color verde que se torna a negro-morado conforme maduran. La floración del olivo suele producirse entre mayo y julio en el hemisferio norte mientras que el fruto surge entre septiembre y diciembre (igualmente en el hemisferio norte), en función del ciclo de las distintas variedades.
En cuanto a su composición, las aceitunas están formadas principalmente por agua (50%) y aceite (22%). El resto de los componentes lo forman los azúcares (19%) y en menor proporción la celulosa y las proteínas.
Un poco de historia
La historia del Aceite de Oliva Virgen Extra hunde sus raíces en la cultura Mediterránea y su agricultura. El aceite formaba parte en la antigüedad de uno de los tres productos básicos de la dieta y los cultivos junto con el vino y el pan (uva y trigo).
Fenicios, griegos y romanos supieron apreciar y aprovechar por igual el potencial del olivo como base para la extracción del aceite. De hecho, los historiadores encuentran referencias al aceite de oliva en estas tres culturas que tienen en común el Mar Mediterráneo.
Todo apunta a que los tres pueblos fueron prolíficos cultivadores de olivos y productores de aceite. Hay referencias a olivos en tumbas fenicias, en monedas griegas y, por supuesto, en las coronas para los deportistas romanos (no solo eran de laurel).
En España, el cultivo del olivo se debe a los fenicios (hacia el 1100 antes de Cristo), si bien los olivares se expandieron por las relaciones comerciales de este pueblo con Grecia para satisfacer su demanda. A partir del año 206 antes de Cristo, aproximadamente, tras la ocupación romana de Hispania la producción olivarera adquirió aún mayor relevancia y se extendió por toda la Península.
Hasta entonces, además del Aceite de Oliva Virgen Extra, en la gastronomía se empleaba como grasa la mantequilla o la manteca de cerdo. Una reminiscencia que todavía se aprecia en ciertos platos de la cocina del Norte de España.
Los árabes de Al-Andalus y los habitantes de la Edad Media también sacaron gran provecho al olivar y al zumo de las aceitunas. Gracias a los colonizadores, a partir del siglo XV, el olivo entra en el Nuevo Mundo.
De pueblo en pueblo, de cultura en cultura, el Aceite de Oliva Virgen Extra ha llegado a nuestros días como un elemento de nuestra cultura gastronómica. Un producto sin el que sería difícil entender nuestra dieta Mediterránea.
Ahora, una vez que hemos aprendido algo más sobre el olivo y sus frutos, ¿por qué no te animas a probar nuestro Virgen Extra? Puedes comprarlo en las instalaciones de nuestra Almazara de Huércal Overa o a través de nuestra tienda online. Un mensajero te lo hará llegar a tu hogar embotellado bajo demanda para garantizar su frescura.
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